Para muchas personas es imposible desligar sus deseos sexuales de fuertes sentimientos de culpa, que las llevan a sufrir de neurosis o de otros trastornos emocionales más graves en su personalidad, porque han aprendido que tener este tipo de deseos es algo sucio, rechazable y/o pecaminoso, que las personas bien educadas no sienten esas cosas feas, o que eso es solo para las personas malas.

Este tipo de actitudes han sido reforzadas a través de los siglos por la religión y por ciertos sectores retrógrados y reaccionarios de la población, con el fin de tratar de reprimir la libre manifestación y expresión del erotismo natural de los seres humanos, con la intención de controlar el pensamiento y conducta de las personas, con el fin de usarlas en su beneficio político, económico y/o religioso.

Para millones de personas, esto ha significado mucho sufrimiento, porque han tenido que enfrentar a las prohibiciones culturales contra los deseos naturales y normales, lo que los ha llevado a vivir su sexualidad de manera conflictiva y culpígena, con unos costos emocionales muy grandes. Quienes han tenido la mala fortuna de haber recibido una inadecuada educación sexual en su infancia y adolescencia, sufren las consecuencias en su vida conyugal. Los trastornos de las funciones sexuales, tales como las desviaciones y las disfunciones, están muy ligadas a este tipo de fallas en el hogar.

Tanto los hombres como las mujeres que han experimentado este tipo de influencias negativas para su vida sexual, refieren sentirse culpables después de tener relaciones sexuales con sus parejas, incluso si están casados legal y religiosamente, pues la culpa que les han grabado en su mente, no la pueden dejar de lado, pues ésta aparece en cuanto surge en sus mentes cualquier fantasía sexual.

En la medida en que la población comprenda que la sexualidad es una cualidad humana que nos permite disfrutar de la vida y que no hay nada de malo en amar a la pareja y disfrutar del sexo en la intimidad con ella o con el auto erotismo, habrá menos violencia, menos gente frustrada, menos violaciones y más personas satisfechas y realizadas, más libres y capaces de amar y producir más y mejor. Para ello habrá que educar a las nuevas generaciones en una sexualidad informada, responsable y asociada con el placer y no solo con la función reproductiva.

Puedes leer el artículo completo en el Blog del Dr. Marco Antonio Pérez Mora

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