La comunicación esta presente en todo momento de nuestras vidas; de hecho, el primer axioma de la comunicación dice que es imposible NO comunicar. Comunico cuando estoy con mis amigos viendo una película, comunico cuando estoy en una conversación o un debate en activo en la sala de un café. Incluso comunico al estar dormido. A través de mi lenguaje corporal puedo comunicar si estoy teniendo un sueño reparador profundo, o si estoy en parte consciente de mi entorno y por lo tanto no estoy descansando.

Desde que fui pequeño tenia la habilidad de comunicar. Empece a comunicar cuando algo me dolía, a través del llanto; entonces mis padres buscaban la manera de aliviar mi dolor hasta que probablemente al final de muchos intentos veían que la mejor opción era llevarme al medico. Aprendi también que a través del llanto podía llamar la atención de mis padres para que me alimentaran; luego entendí que si estaba incomodo por traer el pañal sucio, también podía llorar para que mis padres me cambiaran.

Hasta aquí mi comunicación era asertiva. Yo necesitaba algo, lo pedía y casi siempre me lo daban. Luego crecí un poco mas y mi asertividad se fue perdiendo. Resultó que si lloraba en un lugar publico ya no era precisamente atención lo que recibía (o por lo menos como yo la buscaba), esa atención ya estaba acompañada de un regaño. Entendí entonces que no debía llorar en público porque era molesto para las demás personas y no debía incomodar a mis padres. Entonces comencé a pedir lo que necesitaba sin necesidad de llorar.

Seguí creciendo y aprendi que podía poseer cosas, juguetes por ejemplo. Cuando un niño me pedía uno de mis juguetes prestados yo sabía cómo decir no. No hubo necesidad que me enseñaran eso. Luego llegó mi madre a decirme que si no prestaba mis juguetes era un niño egoísta. Con las habilidades manipulativas de mi madre aprendí también que ser egoísta era malo.

Entonces dejó de ser importante saber cómo decir no, ahora lo importante era ser un buen niño y prestar mis juguetes aunque yo no quisiera. Claro que por aquel entonces yo no sabía de esa manipulación. Yo no entendía aún todo el contexto emocional que estaba implícito en esa situación. Solo quería ser un buen niño. He aquí uno de los primeros momentos  de frustración a causa del aprendizaje con mis padres.

Luego siguió mi proceso de crecimiento y llego el momento de ayudar en las labores del hogar. Entonces tenia que barrer la banqueta de afuera de la casa porque si no lo hacia no me merecía el sustento o incluso el cariño de mis padres. Si no cumplía con esos deberes no era buen niño y los niños malos son castigados.

En alguna ocasión llegue a atreverme a cuestionar porque yo tenia que barrer la banqueta y mi hermano no (la realidad es que el tenia que barrer el patio trasero, pero yo no lo sabía), y la respuesta de mi madre fue que eso a mi no me importaba, yo tenia que preocuparme por mis obligaciones.

Me pregunto qué habría cambiado si mi madre me hubiera contestado algo del tipo: entiendo que te frustre tener que barrer la banqueta, pero date cuenta que tu hermano barre el patio trasero y yo quiero que tu barras la banqueta. Solo porque ella quería. Pequeña gran diferencia.

Me voy un poco mas rápido y me sitúo ahora al tener 28 años trabajando como gerente en una financiera en esta ciudad.

La carga de trabajo era fuerte y mi jefe me pedía que hiciera cada vez mas cosas. Obviamente yo ya estaba programado para hacer las cosas que no me gustaban porque si no lo hacia sería mal elemento en la empresa.

No importaba todo lo que yo hiciera, parecía que mi jefe nunca estaba plenamente satisfecho con mi trabajo y entonces yo tenía que esforzarme mas y aceptar mas carga de trabajo. Hablando un poco con mi terapeuta sobre esta cuestión comencé a darme cuenta que muchos de mis derechos asertivos estaban siendo violados y entonces empecé a frustrarme por no poder hacer nada.

Después comencé a inventar mil pretextos para no quedarme a trabajar horas extra o para poder tomar mi hora de comida. Siempre me veía envuelto en un juego manipulativo de parte de mi jefe acerca de lo importante que era mi trabajo en la empresa y que entonces tenia que dar mucho más de mi (por supuesto yo no veía la manipulación, yo creía todo lo que me decía).

Podíamos pasar mucho tiempo al teléfono negociando cada uno sus propios intereses pero a la vez sin expresarlos, el me hablaba de lo mucho que era necesario mi trabajo cuando en realidad su único interés era que yo trabajara mas tiempo sin gozar de ningún beneficio, yo inventaba miles de excusas para solo hacer lo que me correspondía pero no decía que simplemente no quería trabajar mas de la cuenta, que yo quería salir en el tiempo establecido para estar con mi familia.

Esta es solo una parte resumida de lo que ha sido mi experiencia de vida en torno a decir no y la culpa implícita, la realidad es que así es como estamos programados la mayoría de personas por lo menos en nuestra sociedad y cultura mexicanas.

Desde pequeños somos amaestrados para sentirnos culpables por defender nuestros derechos asertivos y entonces cuando somos adultos nos resulta casi imposible establecer limites saludables, comunicar asertivamente y defender lo que queremos, lo que no queremos, lo que nos molesta, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, etc. y así vamos por la vida tratando de complacer en todo a todos y en muchos casos vivimos frustrados por no saber cómo hacernos respetar, cuando ni siquiera nosotros respetamos nuestro derecho a ser asertivos.

La buena noticia es que la asertividad es una habilidad de la comunicación, y como habilidad se puede desarrollar a través de la práctica; si te gustaría aprender a ser asertivo y vivir de forma plena y libre de culpa, te invito a acudir a terapia, será una de tus mejores aventuras de vida y el resultado será conocerte a ti mismo más de lo que ya te puedas conocer.

Psicologo en Tijuana

Orlando Pérez

Psicólogo y terapeuta Gestalt especializado en terapia de pareja y grupal.

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