Las etiquetas recibidas desde la infancia van formando una realidad única para quien las vive. Con el tiempo, esas experiencias pueden evolucionar en creencias dolorosas: sentirte feo o fea, diferente, no querido o abandonada; pensar que a nadie le importaría si algo te pasara; sentirte con menos recursos económicos, sociales, psicológicos o espirituales. En fin, la lista de etiquetas que primero impone la familia, luego los maestros y amigos, y finalmente la sociedad entera, va moldeando la forma en que nos vemos, nos tratamos y nos queremos… es decir, la autoestima.
¿Qué piensas de ti cuando te ves en el espejo? ¿Cuántas veces, en tu diálogo interno, surgen palabras de desaliento, dureza o castigo que incluso pueden rayar en lo ofensivo?
¡Qué tonto soy!, ¡Qué estúpida soy!, Nunca voy a encontrar pareja, Será difícil que alguien me quiera, Con lo gorda que estoy, ¿quién se va a fijar en mí?, Nada me queda bien… en cambio a ella, todo le favorece. Por eso tiene a alguien que la quiere.
El poder del diálogo interno es demoledor: como nos vemos, nos sentimos; como nos sentimos, nos vemos… y desde ahí actuamos y nos relacionamos.
Autoestima: de la infancia a la adultez
La niñez es una etapa crítica en la formación de la identidad. Ya en la adolescencia, los rasgos de personalidad y la percepción de quiénes somos suelen estar bastante definidos. A partir de ahí, ese “chip” instalado en la mente empieza a operar como filtro para relacionarnos con otros… y especialmente con una pareja.
Ese guion aprendido —ese soy así— puede sentirse como destino. Nos comparamos con los demás y, casi siempre saldremos perdiendo.
Del otro lado está la mirada de los demás: cómo nos ven, cómo nos tratan y cómo sus percepciones influyen en la forma en que aprendemos a querernos. Aquellas palabras de aliento o de juicio, de ternura o de dureza, de halago o de crítica, pronunciadas por quienes más nos importan, se quedan clavadas como dagas en la autoestima.
La familia es el primer grupo en el que aprendemos las reglas de convivencia… y también cómo es que se “debe” amar en pareja.
En la relación de pareja suelen activarse estos aprendizajes. No es raro que alguien con baja autoestima se vincule con alguien que proyecta seguridad. Pero ese equilibrio aparente puede derivar en celos, codependencia, abuso emocional, violencia física o psicológica, infidelidad sin confrontación, victimismo crónico, miedo al abandono, inseguridad para tomar decisiones, dificultad para fijarse metas o mantener relaciones saludables.
Las parejas se polarizan: una autoestima alta sostiene momentáneamente a una baja, pero ninguno se transforma ni se hace realmente responsable de sí mismo.
Haber tenido una historia dolorosa no significa estar condenado a repetir patrones disfuncionales heredados, incluso de nuestros propios padres.
El autoconocimiento es una de las claves para cambiar el rumbo, crecer en pareja y comenzar una vida distinta.
El valor que nos damos —o no— impacta profundamente en todas las áreas de nuestra vida.
Una forma de empezar a conocernos y reconocer los patrones que nos limitan es acudir a psicoterapia.
En la medida en que nos conocemos, recuperamos el poder sobre nuestra vida y sobre la manera en que nos relacionamos.
Si sientes que es momento de iniciar ese camino, podemos trabajar juntos. Aquí puedes ver mi disponibilidad.
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Psicólogo y Sexólogo en Tijuana, especializado en terapia individual, de pareja y sexual. Acompaña a personas y relaciones a reconectar consigo mismas desde una mirada profunda, respetuosa y basada en evidencia. Su enfoque integra psicología, cuerpo y vínculo para cultivar relaciones más conscientes, íntimas y auténticas.