La importancia de saber decir que no.
Saber decir que no y establecer límites no es fácil, pero es muy necesario para sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás. Cuando he escrito sobre la comunicación asertiva he comentado diferentes técnicas de comunicación que pueden resultar útiles en estas y otras situaciones. En este artículo nos centraremos en cómo poner límites y cómo decir que no de forma asertiva.
¿Por qué nos cuesta decir que No algunas veces?
Hay varios factores que influyen en nuestra capacidad para poner límites o a negarnos a peticiones de los demás, normalmente hay algunas ideas irracionales que sostienen este problema y hacen que nos resulte más complicado:
- Sentirnos culpables si no hacemos lo que nos piden: a veces priorizamos las necesidades de los demás sobre las nuestras, y nos llegamos a sentir culpables si decimos que No ante una petición de otra persona, la culpa nos trae pensamientos del tipo: “si no lo hago soy un mal amigo”, “soy un egoista o una mala persona si no le ayudo”, etc. No se trata de ser egoistas y ponernos por encima de los demás, pero tampoco ponernos por debajo, es una cuestión de equilibrio: conviene valorar de forma objetiva cada situación.
- Hacernos responsables de todo. Nos cuesta decir que no porque tendemos a hacernos responsables, muchas veces por el “bien común”, de tareas que no tienen por qué ser responsabilidad nuestra: ayudar a otros haciendo su trabajo por ellos, arreglar la bici a nuestro amigo aunque él mismo podría hacerlo, hacer horas extra para que el jefe tenga su informe antes de la reunión con el cliente (aunque nos lo haya pedido a última hora y no sea nuesra labor hacer ese tipo de informes, pues normalmente los hace él). Esto es bastante evidente en trabajos en grupo: para que el resultado final sea satisfactorio a veces una persona tiende a responsabilizarse de todo el equipo, hacer el trabajo de los demás o revisarlo.
- Sobrevalorar el “qué dirán” y la opinión de los demás por encima de nuestros motivos. Si al tomar una decisión tenemos el foco de atención en cómo nos ven los demás y el querer agradar siempre, que opinen bien de nosotros podemos cometer el error de guiar nuestra conducta por esto en lugar de por nuestros propios motivos y valores, y eso nos lleva muchas veces a que nos cueste decir que No, o poner límites, por lo que “pudieran llegar a pensar” si decimos que no. Es normal que nos afecte la opinión de las personas que nos importan, pero no podemos condicionar nuestros actos y decisones por miedo a lo que opinen los demás.
Me gustaría conocer tu experiencia en cuanto a los límites. ¿Alguna vez has sentido incomodidad o molestia por hacer algo que en realidad no querías hacer por no decir que NO?, ¿Has experimentado la satisfacción que da el poner limites saludables?
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Sexólogo y psicoterapeuta humanista de individuos adultos, parejas y grupos desde el 2015.
Formación en terapia Gestalt y Eneagrama, especialista en educación de la sexualidad y maestro en Sexología.
Hago talleres de sexualidad y desarrollo personal en Casa Revuelta.