¿Alguna vez te ha pasado? Quieres tomar un camino, hacer algo, pero el miedo y las inseguridades te bloquean, te impiden avanzar. Puede que sea por anticipar posibles consecuencias negativas, peligros o cosas que pueden salir mal; puede que sea por miedo al ridículo, al fracaso o al juicio de los demás; la cuestión es que muchas veces el miedo nos bloquea.

El miedo es una emoción básica, y puede ser un buen consejero

Quiero hacer énfasis en que el miedo es universal, es una emoción básica del ser humano. El miedo no es algo “malo” que se tenga que evitar, sentir miedo es una función adaptativa (nos ayuda a hacerle frente a ciertas situaciones de forma saludable).

Si no tuviéramos la habilidad de sentir miedo correríamos riegos y peligros innecesarios, incluso podría ser contraproducente y peligroso para nuestra salud, el miedo forma parte de nuestro instinto de supervivencia.

El miedo nos avisa del peligro, nos invita a ser precavidos, a valorar riesgos o posibles consecuencias negativas; a tener en cuenta amenazas o cosas que podrían salir mal y hacernos daño. El miedo puede ser un buen ángel de la guarda, te dice: “mejor no te metas por ahí, parece peligroso”, “ten cuidado”.

Cuando el miedo se vuelve un monstruo sobreprotector

El problema está cuando el miedo se vuelve “sobreprotector”, y en lugar de aconsejarnos, de prevenirnos ante los riesgos o peligros, nos asfixia.

Imaginemos un padre o una madre muy sobreprotector con su hijo: controlará todos sus movimientos, no le dejará hacer muchas actividades para “protegerlo”; la intención es buena, pero la sobreprotección vuelve a los niños inseguros, no se les deja explorar el mundo, ser independientes, adquirir autoconfianza y aprender a resolver los problemas por sí solos. Para aprender a caminar es necesario caerse y volver a levantarse.

Este es el problema cuando nuestro miedo es sobreprotector, deja de ser adaptativo, y es una voz que está constantemente gritando “¡cuidado!”, que ve amenazas en todos lados, que desconfía de todo y que no nos deja movernos, nos ahoga.

El miedo sobreprotector:

  • Ve sólo los riesgos, y no los beneficios a largo plazo.decir que no
  • Sobredimensiona las consecuencias negativas.
  • Te aconseja siempre huir y esquivar en lugar de afrontar con precaución.
  • Reacciona de manera exagerada (por ejemplo con síntomas de pánico ante algo que no es una amenaza importante)

¿Por qué se vuelve sobreprotector el miedo?

Puede haber muchas causas diversas: puede que lo hayamos aprendido en nuestro entorno por influencia de otras personas con miedos sobreprotectores, puede que hayamos vivido algún trauma o situación muy desagradable que nos haya “sensibilizado”, puede que poco a poco se haya ido alimentando de pensamientos negativos, etc.

Si detectas que tienes un “miedo sobreprotector”, convendrá enseñarle a ser más efectivo, convertirlo en un buen consejero, enseñarle a tu miedo a ser adaptativo.

Reeducar al miedo:

Para avanzar hay que correr riesgos, para aprender nos equivocaremos por el camino; esto forma parte del proceso de aprendizaje.

No puedo estar completamente seguro de que si me lanzo a patinar no me romperé ningún hueso.. procuraré ser precavido y que eso no suceda, pero no puedo estar 100% seguro, hay un riesgo. Sin embargo hay peligros que no podemos controlar.

Cuando empezamos a hacer algo nuevo nos sentimos inseguros, es normal. La confianza viene con la experiencia; a medida que voy patinando (y me caigo), voy mejorando mis movimientos, mi equilibrio, y mi confianza.

Necesitamos un miedo que nos cuide pero sin sobreprotegernos y sin subestimar los riesgos.

Para reeducar a tu “miedo sobreprotector” es importante ser consciente de tu diálogo interno y trabajar con él, ten en cuenta:

  • Si en el discurso del miedo hay ideas irracionales  o creencias limitantes procura contestarlas y racionalizarlas.
  • En lugar de evitar, pregúntate ¿Cómo podría hacerlo? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Si algo sale mal qué implicaría? ¿Cómo lo afrontaría? ¿Qué aprendería?
  • Escucha lo que dice tu miedo y negocia con él.
  • Recuerda que la intención de tu miedo es positiva, no te enfades, dialoga desde el cariño (si nos enfadamos con nosotros mismos generamos más frustración, bloqueo y conflicto)
  • Permítete sentir miedo, acéptalo y piensa en cómo enfrentarte a la situación temida a pesar del miedo.
  • Enfréntate a las situaciones temidas exponiéndote poco a poco; por ejemplo: si te cuesta hablar en público empieza por saludar a desconocidos en el autobús, llamar a teléfonos de información, hacer preguntas en un trabajo, etc. Haz una escalera de pequeños “retos”.
[KiwiClickToTweet tweet=»El miedo nos avisa del peligro, nos invita a valorar riesgos o posibles consecuencias negativas.» quote=»El miedo es un buen consejero y un buen perro guardián, que te cuida, te protege.»]

Si tu miedo es como un perro que le ladra a todo lo que se mueve y quiere morder a todo el que se le acerca, es importante reeducarlo para que sepa ver las amenazas cuando realmente aparecen, que ladre cuando sea necesario, que esté atento ante los ruidos extraños, pero que te ayude a explorar, y sepa relajarse y disfrutar.

GuardarGuardar

GuardarGuardar