La congruencia es una parte muy importante en la vida del ser humano. Aunque quizá no lo reconocemos abiertamente, todos buscamos de alguna forma ser congruentes y cuando por alguna razón no lo somos, puede surgir culpa.
Sin embargo, algunas veces este deseo de congruencia se ve truncado por mis emociones. Por ejemplo, yo puedo decidir ser paciente mientras conduzco en medio de un trafico lento en hora pico, pero si resulta que el tráfico se interpone entre mi deseo de llegar a casa después de una larga jornada laboral y yo, lo mas probable es que empiece a sentir frustración, enojo y en ese momento comienzo a ser agresivo con los demás conductores. Mi deseo inicial quizá siga ahí, pero si yo me muevo de acuerdo a mi enojo entonces no seré congruente.
En las relaciones de pareja esta falta de congruencia es bastante común. Yo puedo amar a mi pareja y hacer todo lo posible para que ella lo note pero, continuando con el ejemplo anterior, si yo llego molesto a casa a causa del tráfico voy a tener escasa memoria de mis sentimientos hacia ella y lo mas seguro es que, mientras yo no soy consciente de mis actos, mis palabras al llegar a casa no demuestren en absoluto mi amor por ella; y esto lo veo mucho en la consulta privada.
Una de las preguntas obligadas en la primer sesión de terapia con una pareja es: -¿qué sienten el uno por el otro? y, cuando ambos miembros están en consulta por convicción propia para resolver sus conflictos la respuesta generalizada es: -L@ amo.
El deseo de tener una relación de pareja saludable, en conjunto con el amor que sienten suelen ser la base para un proceso terapéutico en pareja. Sobre esta base de amor y buenas intenciones se construirá entonces el resto de la terapia.
Por diversas razones (entre ellas la rutina de la vida cotidiana como el trabajo de ambos, la convivencia que por lo general se va haciendo cada vez menos frecuente, la atención hacia los hijos, etc.) en la práctica parece que olvido mis sentimientos hacia mi pareja y solo me enfoco en mis necesidades. Entonces comienzo a dejar de ser consciente de las necesidades de mi pareja.
En algún tiempo dentro de los casi 14 años que tengo de casado, yo decía amar a mi esposa. En aquel entonces mi única forma de demostrárselo era trabajando y proveyendo para mi casa lo necesario. Por mi propia falta de asertividad, yo esperaba de parte de ella una retribución en las labores de casa. Yo esperaba que ella tuviera mi ropa limpia, comida caliente al llegar yo a casa, etc. y claro que cuando yo no recibía esto me sentía poco amado. Comenzaban a surgir fantasías en mi cabeza y cuando me daba cuenta yo ya estaba enojado. Debo añadir que en ningún momento mi pareja y yo aclaramos las respectivas tareas a realizar como cónyuges, yo solo asumía.
Después de discutir por esta u otras razones, siempre me encontraba preguntándome a mi mismo donde había estado en ese momento mi amor por mi pareja. Yo no lo veía. Entonces comenzaba a sentirme culpable por no haber sido considerado con mi pareja y haberla lastimado. Pero resulta que en aquel tiempo tampoco me daba cuenta yo de esto. No sabía identificar que clase de contacto conmigo mismo estaba haciendo.
Y así viví por varios años de constantes discusiones en mi relación de pareja. Vivía de forma totalmente incongruente entre lo que decía sentir y lo que decía y hacía cuando estaba enojado. Después, ya estando cursando la licenciatura en psicología y viviendo mi proceso terapéutico comencé a hacerme consciente de mi y de cómo le había hecho yo hasta ese entonces para vivir de la forma en que vivía mi relación de pareja. Entonces comencé a ser consciente de la gran incongruencia en la que vivía.
Cuando yo soy consciente de mi en totalidad, puedo entonces ser congruente. Si soy consciente la mayor parte del tiempo de los sentimientos que tengo hacia mi pareja será mucho más sencillo para mi poder hacer contacto con mis emociones cuando algo de lo que hace mi pareja no me agrada. Al mismo tiempo podré hacer contacto con mis pensamientos hacia ella y hacia la situación en cuestión, seré consciente del daño que pueden ocasionar mis palabras al no ser asertivo y entonces podré estar en control de mi durante la discusión.
Aunque yo no considero tener el máximo grado de consciencia, la realidad es que haber estado constantemente practicando el continuo de consciencia desde mi proceso terapéutico y ponerlo en práctica en mi vida diaria ha sido de gran utilidad para poder ser asertivo en mi relación de pareja y con los demás. Considero que la mejor manera de desarrollar una habilidad, sin importar cual sea, es mediante la práctica constante.
Ya en mi trabajo con pacientes en la consulta privada suelo hacer constante énfasis en lo que ambos expresaron durante la primer sesión en cuanto a sus sentimientos del uno por el otro y en cuanto a sus deseos de mejorar su relación. De esta forma mis pacientes se van haciendo cada vez más conscientes de lo que les conviene mas hacer dentro de su relación, no porque yo se los diga (yo soy la persona menos indicada para dar consejos) sino porque ellos mismos se dan cuenta al hacerse conscientes y también responsables de lo que dicen sentir y lo que hacen para demostrarlo.
Es de esta forma que podemos entonces comenzar a ser congruentes en nuestras relaciones de pareja; el mismo principio aplica para cualquier otra área de mi vida en la que soy incongruente. El ser consciente de mi mismo es una habilidad que yo aprendí en mi proceso terapéutico; seguro tu podrás desarrollar esta y otras habilidades en terapia. Date permiso de conocer más de ti.
Sexólogo y psicoterapeuta humanista de individuos adultos, parejas y grupos desde el 2015.
Formación en terapia Gestalt y Eneagrama, especialista en educación de la sexualidad y maestro en Sexología.
Hago talleres de sexualidad y desarrollo personal en Casa Revuelta.
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