Cuentan que un rico norteamericano de 50 años llamado Bob se fue de vacaciones a una playa de Brasil, uno de aquellos lugares que las agencias de viajes califican como “paradisíacos”. Una mañana, mientras Bob caminaba por la arena, vio una cabaña entre las palmeras y, frente a ella, a un hombre de 32 años llamado Gilberto. Gilberto ganduleaba en una hamaca, acompañado de un perro (que hacía lo propio), y una radio que tocaba música.
Al día siguiente por la tarde, el turista volvió a encontrarse a Gilberto en el mismo lugar, y así durante las dos semanas que duraron sus vacaciones. El último día, exasperado ante tanta improductividad, Bob se acercó a la hamaca.– No trabajas? -le preguntó.
– Sí -Respondió Gilberto-. Cada mañana me acerco a la orilla para pescar durante un par de horas.
Cuando Bob se interesó por saber si sólo pescando dos horas ya tenía suficiente, Gilberto le explicó:
– Unicamente pesco lo que necesito para alimentar a mi familia; a veces hay suerte y atrapo un par de pescados más, y mi esposa se los regala a los vecinos.
Bob se quedó estupefacto ante lo que consideraba una terrible pérdida de oportunidades. Y comenzó a dar consejos a Gilberto para que pudiera mejorar su producción y lograra un crecimiento económico envidiable.
– Lo primero que tienes que hacer es dedicarte más tiempo a pescar. En lugar de dos horas, seis. Así conseguirás más materia prima y podrás vender el excedente a la gente del pueblo. Luego, inviertes los beneficios en una pescadería moderna para que tu esposa también se involucre en el negocio. Esto atraerá a muchos clientes, y pronto podrás invertir las nuevas ganancias en una barca que incrementará el volumen de pesca, de modo que podrás vender lo que te sobre a las pescaderías de los pueblos vecinos.
Con los nuevos ingresos, te comprarás una barca mayor y camiones frigoríficos que te permitirán distribuir tu mercancía por el país y así, en poco tiempo, crear tu propia marca. A continuación…
En este momento Gilberto interrumpió a Bob para preguntarle:
– Y todo esto, ¿para qué?
– ¿Cómo que para qué? Pues para tener dinero suficiente y poder invertirlo. Con una buena inversión lograrás una apetecible renta anual que te permitirá pasar un mes de vacaciones en una playa paradisíaca e incluso comprarte una casita de pescadores donde podrías retirarte cómodamente cuando tuvieras 60 años…
Y a todo ello Gilberto le contestó:
– Pero si todo eso es lo que yo ya tengo ahora…
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Sexólogo y psicoterapeuta humanista de individuos adultos, parejas y grupos desde el 2015.
Formación en terapia Gestalt y Eneagrama, especialista en educación de la sexualidad y maestro en Sexología.
Hago talleres de sexualidad y desarrollo personal en Casa Revuelta.