Practicar el perdón reduce la ira, el dolor, el estrés y la depresión, conduce a una mayor sensación de esperanza, paz, compasión y confianza en mi mismo. Practicar el perdón conduce a relaciones saludables, y puede mejorar mi salud física y emocional. También influye en mi actitud y en mi manera de conducirme en mi vida.

Si perdono, pierdo

Al hablar de un tema como el del perdón y de olvidar cuando me hacen daño, generalmente se tiene la creencia de que si yo perdono, entonces el otro, quien me hizo daño, sale victorioso de la "guerra" emocional. Pero la realidad es que ambos saldrémos ganando.

Tanto la persona que pide o necesita el perdón como la que perdona, consiguen una paz interior que es muy difícil de conseguir por otros medios, por lo que conviene practicarlo siempre que sea necesario.

Por supuesto hay que practicarlo de corazón, de lo contrario no sirve de nada. Pedir perdón y perdonar deben ser actos genuinos para que la conciencia quede tranquila.

Explico un poco los beneficios que aporta el perdón para cada uno de los que participan en el proceso. Primero mencionaré qué beneficios recibe quien pide, y después, qué beneficios recibe quien perdona. 

Esto solo aplica cuando el perdón se pide y se da de forma genuina

El primer beneficio de pedir perdón es que, una vez que lo hago, reconozco que he hecho algo inapropiado y que he hecho daño a otra persona, liberándome de la culpa inicial.

Es en el momento en el que pido perdón en el que exteriorizo esa carga que, hasta el momento, llevo en mi conciencia, liberando así un gran peso y quedando libre para poder continuar con mi vida.

También es cierto que algunas personas no necesitan pedir perdón, porque consideran que lo que hicieron no fue algo inapropiado realmente, por ejemplo.

Sin embargo, cuando sé que hice algo equivocado o incluso inapropiado, pero no lo reconozco frente a la otra persona por orgullo, encontraré un gran placer en pedir perdón.

Hacerlo es, en muchos casos, un acto de absoluta valentía, porque es muy difícil enfrentarme a mi conciencia y exteriorizar mis sentimientos sobre mi mismo, consciente de haber hecho algo inapropiado.

También conviene que, una vez he pedido perdón, plantee alguna forma de reparar el daño que causé. Esta es la mejor forma de hacer que mi conciencia quede en paz, incluso aunque la otra persona no exija nada.

Si no sabes cómo pedir perdón, lo mejor es que lo hagas sin planearlo. Visita a la persona afectada y déjate llevar. Si estás convencido de que lo necesitas, lo pedirás, y mientras más natural sea, mejores resultados obtendrás.

Si pedir perdón tiene beneficios, los tiene también perdonar. Gracias al acto de perdonar, puedo soltar el dolor, empiezo a olvidar mi impotencia y mi rabia, y recupero mi esperanza, la confianza en mi mismo, y mi tranquilidad.

Es importante enfatizar que, mientras estoy en una situación sin perdonar a quien me ha dañado, estoy resentido, y no lo estoy solo con esa persona, sino que, en buena medida, lo estoy con todo el mundo.

Por lo tanto, ser capaz de perdonar a esa persona implica, hasta cierto punto, arreglar mi relación con el mundo, dejando mi espíritu en paz, y consiguiendo una mayor estabilidad a nivel emocional.

 

Psicologo en Tijuana

Orlando Pérez

Psicólogo y terapeuta Gestalt especializado en terapia de pareja y grupal.

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