¿Permiso para qué? Para ser tú mismo, tú misma, para crear tus propias reglas y para ser libre. En las relaciones sexuales me he dado cuenta que el permiso, al igual que todas las cosas convenientes, se trabaja de forma constante. Es un trabajo que requiere cuestionarnos verdades que creemos absolutas, mirar aquello que nos da miedo o vergüenza, sostener nuestra vulnerabilidad, aceptarnos como personas de valor intrínseco y encontrar coraje para defendernos frente a opiniones diferentes o personas ignorantes. De esto se trata darnos permiso.
Libera tu mente, tu cuerpo la seguirá. Y para lograrlo conviene liberarse de los falsos mitos, las ideas preconcebidas, de nuestras inseguridades e incluso de ese ideal de belleza que nos han domesticado para creer como único. Uno de los muchos caminos que existen es empezar a escucharse, informarse, cuestionárselo todo, aprender, probar, pedir y buscar el acompañamiento profesional si lo crees necesario. Tu sexo es tuyo.

date permiso
El permiso tiene que ver con la seguridad, la confianza que tienes en ti mismo, en ti misma. Permitirte sentir deseo o no sentirlo, fantasear con lo que se supone que no deberías o crear algo nuevo, pedir caricias específicas y también respeto. Dejar de hacer lo que no te gusta y comenzar a crear tu propio espacio de juego. Hablar fuerte y claro sobre tus necesidades y tus ritmos. Darte permiso de disfrutar de manera plena a veces es nadar contra la corriente.
¿Cómo puedo permitirme disfrutar? ¿Cómo puedo dejarme llevar? El permiso fluye cuando haces un compromiso contigo mismo, contigo misma y te haces caso cuando tu cuerpo dice que sí o cuando dice que no. Tener la seguridad que jamás volverás hacer algo que no quieras o limitarte a que las cosas simplemente pasen es tomar el control de tu sexualidad y convertirte en tu mejor aliado o aliada; es tener la confianza de que siempre tienes el derecho a vivir la vida bajo tus propias reglas y creencias.
Permítete ser tan ardiente, complejo, y auténtico como quieras. Permítete experimentar lo que te eriza la piel, ese lado oscuro. Permítete ver tu cuerpo como algo sagrado, único y bello. Permítete pedir sin culpa y negarte con confianza. Permítete estar presente y disfrutar del lenguaje de tus sensaciones. Permítete ser tu.

Creeme, lo vas a disfrutar.