Al comienzo de mi ejercicio profesional, recuerdo que en repetidas ocasiones me cuestionaba sobre la calidad de mi trabajo. Me preguntaba de que servía haber estudiado por 4 años la licenciatura, haber tomado diversos talleres, haber leído tantos libros sobre la conducta humana; incluso llegue a considerar desistir de iniciar la maestría. De que me servía todo eso si no era capaz de entender la dinámica de mis pacientes y a lo mas que llegaba era a verlos 3 o 4 veces y ya no volvían. 

Después me di cuenta que la formación profesional no servía de mucho, claro que fueron las bases sobre las que construí mi practica profesional pero entendí que los libros sin practica no sirven de nada. Honestamente puedo ahora confesar que no sabía en absoluto que hacer cuando un paciente me hablaba de sus emociones, de sus pensamientos; yo no sabía cómo ayudarle a resolver su vida.

Una vez me encontré en una librería un libro sobre psicoterapia Gestalt. Ya había escuchado durante la licenciatura hablar de este modelo terapeutico pero nunca le preste mucha atención; pienso que mi fascinación por el psicoanálisis era mayor que cualquier otro interés en mi vida profesional. Este libro hacia una compilación de varios escritos del precursor de la terapia Gestalt, Fritz Perls. Dentro de sus paginas encontré algo que cambio mi practica profesional para siempre y cito: "Descubrimos lo que ocurre y cómo ocurre, ya sea afuera en el mundo o dentro de nosotros mismos, no en nuestra cabeza."

El darse cuenta lo es todo.

Esa frase golpeo de manera fuerte a mi mente. Entendí que mi mejor manera para trabajar y entender al paciente no era interpretando lo que me decía, era simplemente observando y escuchado su presente momentáneo. Entonces decidí iniciar yo mismo un proceso terapeutico con enfoque Gestalt.

A partir de ahí y con la experiencia que el tiempo y la practica ya me habían dado, aunados al autoconocimiento que logre en mi propio proceso individual entendí que mi labor como terapeuta no era rescatar al paciente de su situación, sino ayudarle a hacerse consciente de su propia experiencia, de sus emociones y percepciones.

También estoy consciente que este modelo terapeutico no es para todos los pacientes. Reconozco ademas que no todos los pacientes se sentirán cómodos conmigo como terapeuta por diferentes y muy particulares razones. Sin embargo, la pregunta que aparece como encabezado de este articulo seguía apareciendo en mi cabeza (aunque ya era mucho menor la rotación de pacientes en mi consultorio, aun había y hay pacientes que abandonan el proceso terapeutico).

Aprendí que, aunque hay pacientes que por diversas cuestiones (economía, salud, decisión, etc.) abandonan la terapia, en muchas ocasiones, por no decir que en la mayoría, la gente decide interrumpir la terapia cuando se da cuenta que gran parte del progreso depende ya no de mi como terapeuta, sino de ellos como los únicos autores responsables de las diferentes situaciones que surgen en su vida. Ha habido gente que me ha expresado en sus propias palabras que esperan que, de alguna manera mágica, yo haga que cambien la manera en que ven la realidad, o que quite ciertos pensamientos de su mente, como si en mi poder se encontrara un botón que al presionarlo mejorara su vida. 

Muchos otros no alcanzan a darse cuenta de esto pero igual lo creen, ya que cuando llega el tiempo de confrontarlos con su propia realidad y decisiones y con su constante pregunta: ¿cómo le hago?, pareciera que yo deliberadamente los despido del proceso terapeutico para nunca mas volver. 

No dudo ni por un instante que las personas que abandonan la terapia muchas veces están viviendo de la única manera en que saben hacerlo y sé que de alguna forma están viviendo su propia experiencia presente y en algún momento podrán retomar la terapia, sea conmigo o con quien la vida ponga en su camino.

Quiero terminar este articulo con una de las frases mas representativa de Fritz Perls, precursor de la terapia Gestalt:

"Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo. No estoy en este mundo para llenar tus expectativas Y tú no estás en este mundo para llenar las mías. Yo soy yo y tú eres tú. Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso. Si no, no puede remediarse."

 

 

Psic. Orlando Pérez

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